23.10.10

Presente Perfecto

La Nación, Suplemento Literario, 17 de Noviembre de 2002
Por
CARLOS BATTILANA

En su libro anterior, Climas y oleajes (1995), Carlos Elliff (Buenos Aires, 1968) proponía una atmósfera que escapaba de una referencia clara e intentaba deambular por el sonido de las palabras desdiciendo un sentido asignado previamente. En Ovnipersia se rompe directamente con el pasado y se instala en un presente pleno, negando ya cualquier referencia externa. En ese flujo discursivo, cada palabra abre un imaginario vertiginoso y desconcertante. Desasido ya del significado de las palabras, el referente que éstas designan se desintegra, e irrumpe como un rumor, una suerte de corriente acústica que no deja aire, o mejor, que casi asfixia. No hay esperanza en la fijación, ni en la detención del sentido. La quietud queda abolida; el movimiento, en consecuencia, resulta una suerte de matriz con la cual leer este libro. Sin embargo, en esa ruptura de consenso del significado que propone Ovnipersia también se rompe con el mismo nombre de autor que sostenía un determinado pasado: el nuevo nombre ná kar Elliff-ce astilla y reemplaza el nombre del poeta Carlos Elliff, y propone en el nuevo significante una clave del libro: significante y significado se extravían cada uno por su propio camino ("Ahorasiendo pastizal-al-sol renativizo mi nombre").

La convicción de este libro es que la convención lingüística desarticula una forma efectiva de comunicación y, si algún tipo de comunicación es posible, la que propone ovnipersia es la de un universo saturado de sí mismo, resistente y elocuente en su propia lógica. En esta dirección no hay ningún indicio que tienda un lazo con el auditorio; pero justamente en ese aparente repliegue reside una forma secreta de amor: retraerse del consenso resulta, finalmente, un inesperado gesto político de inclusión que se niega a designar el mundo con el peso (y la pesadumbre) de la tradición: "Contacto de algún tipo hago aunque no sé con quién hablo:/ ¿quién habla ahí?". Propone, en cambio, una crítica y una resignificación de cada una de las palabras que integran el sistema de la lengua a partir de una enunciación individual: "no deja de temblar este hilo del que un habla cuelga".

Es posible leer en Ovnipersia el eco de escrituras diversas, entre las que se podría mencionar en el ámbito latinoamericano las de Huidobro, Mario de Andrade o Perlongher, entre otras, cuya experimentación con el significante nos habla de una desconfianza radical del lenguaje convencional. Si la lengua, entonces, es un sistema previo que la torna, en un aspecto, inmutable, este libro propone su cambio. No lo hace por un uso social que desgasta y modifica el sentido, sino porque trata al lenguaje como un resto fósil, del que puede derivar una nueva e impetuosa combinatoria.

20.10.10

La parición del lucifer ...

Por KZWLEH ELAGABALUS
"La parición del lucifer en la intermitencia de las luces"
El 20 de agosto de 1977, desde Cabo Cañaveral, fueron lanzadas por la NASA las sondas espaciales Voyager I y II. En su interior cada una contenía un disco de oro con saludos en sesenta idiomas y selecciones de músicas representativas de la tierra. El compilador de los sonidos fue el astrónomo Carl Sagan. De haber habido allí un verdadero visionario, en vez de un científico sin sueños, hubiese quitado de las sondas aquel disco dorado y colocado en su lugar ovnipersia, que nos habla con sus "voces de puto, voces de estrella, voces de Roma".
Ovnipersia, manual de viajes astrales sin mapas previos, foto kirlian del Socialistisches Patienten Kollektiv, poemas alienígenas que penetran en lo hondo del "far (hu) este", energía orgónica proyectada con guiños thelemicos, el post-lenguaje kamikaze de Ná Kar Elliff-ce fluyendo en la "arizona albina".

2- "Ser el sin destino plasma de Azazel"
La palabra es un virus. Na Kar Elliff-ce subvierte la palabra y transmuta el logos. Al igual que con los susurros enochianos o el LSD, el flujo y reflujo se abre en un múltiple malestar visionario. Ovnipersia es justamente esa alucinación incómoda que desterritorializa la mente enraizada. Aquel no-lugar al que Na Kar te ha llevado y dónde tal vez temas quedar varado. Igual que aquel desmenuzado caos originario en el que Na Kar nos coloca junto a Aleister Crowley y un gaucho, leer Ovnipersia es devenir Elliff-ce para destruirse junto a Elliff-ce. Ovnipersia es vaciarse y dislocarse en la marea vital que transita lo pluri-árido, pues el viaje al que incita Na Kar no tiene otro ticket de entrada que evacuar al yo-soy-yo. La seducción tactilo-retinal, el ser atmosférico.
SEÑOR GORDO: ¿Está usted hablando del post-estructuralismo y la muerte del autor? (levantando la mano y pidiendo permiso para hablar, seguramente también tiene corbata).
Mr. LAM : No, usted aún se niega a comprender: transfiguración total del ser y vuelo macro-cósmico... en todo caso, escuche al profético Na Kar: "¡házte ovni!" (después de pronunciar las palabras mágicas, Mr. Lam realiza la acción para ilustrar su frase)

3- "La ciena retinal está hiperpoblada"
Ovnipersia: proyección al éter y regreso transfigurado a un reino-rizoma. ¿Dibujos cósmicos travestidos en palabras? Ovnipersia seduce la retina e incita al tacto. Perderse en el cielo persa, echado en el pasto meado de la meseta, la visión clavada en las estrellas con la voz de Venus vestida de Lúcifer-Aurora modelando el cenagal de la galaxia... Silencio... Silencio o no escucharás a Elliff-ce susurrando: "A deslizar el pie en el azul del éter-manto".
El hombre primitivo fue astrólogo por naturaleza: jamás redujo la contemplación del Cielo al mero acto del cálculo rufián, a la especulación sobre los pequeños destinos terrestres. La galaxia abierta, imágenes mentales que construyen oráculos; extraviarse completamente para encontrarse allí; tal vez junto a Orión, tal vez en Alpha-Centauri... y expandirse en éxtasis. ¿Por qué ya no mirás al Cielo? ¿Acaso te han convencido y piensas que tu ascético software astrológico irradia tu ser hacia la Galaxia? Tres casilleros atrás, compañero... Tres casilleros atrás, tu que ya has sido Prometeo. Vuelve a tu ser primitivo, vuelve a Ovnipersia. Aquel momento en que tomaste el cielo por asalto e invadiste las estrellas.
En su traje de poesía subversiva, Ovnipersia regresa a la tradición primitiva de los Oráculos Estelares. A la visión monstruosa que sólo conocen los hijos de Caín, frente a la cual Abel es ciego.

4- "¡Que se agarre la gramática-Dios que libamos del vello de Shaitan!"
Na Kar Elliff-ce libera al lenguaje de su heimarmene para regresarlo al flujo mental del que provino. De igual manera, Ovnipersia no nos lleva a las estrellas si no es para luego enfrentarnos con la realidad mundana, que se ha transfigurado, que se pavonea rizomática y boquiabierta... y ha dejado de ser mundana. Siempre al borde de la palabra, en su filo doble, las voces de Na Kar amasan su propio idioma, sus propios cuerpos. La sabiduría de la nueva carne.
Cuerpos que van en búsqueda de formas atávicas, bestiales... tras la experiencia estelar hemos dejado de ser hombres y cual condes misántropos devenimos animales.
Na Kar es un poeta de lo inhabitable, la materia chamuscada que se reencuentra en las estrellas y sólo entonces vuelve a tener legitimo derecho a la forma. La experiencia iniciática de un cuerpo que ha necesitado ser atmosférico para volver a ser cuerpo. Y, sin embargo, ni rastros de un asceta... ni una migaja de auto-flagelación, sino un guiño al grito de un perdurable profeta, "el único pecado es la restricción".

5- "Yo le rezo al perro y le como su alimento" y/o "¡Al habla, pathos!"
Ovnipersia es un ticket de entrada. Un anti-manual de la experiencia iniciática (¿Y para qué demonios sirven los manuales?). Alpha y Omega como un camino de doble sentido. El borde del cálculo mental, el ovni que te recorre. Ovnipersia garabateó jeroglíficos obscenos en Lascaux. Ovnipersia descuartizó a Osiris y asesinó a Abel. Ovnipersia fumó hash con Hassan I Sabbah y escribió manifiestos malditos en pleno medioevo. Ovnipersia se unió a todas las Ordenes esotéricas del revival post-romantico y fue a un pub cockney del bajo Londres a emborracharse junto a Zos vel Thanatos. Ovnipersia descubrió la energía orgónica junto a Reich y tomó LSD con Tim Leary. Ovnipersia rió durante milenios y los locos lo leen sin entenderlo.
Ovnipersia es aquella risa dulce y siniestra que resuena desde el origen del Universo hasta nuestros días.

19.10.10

¡Eu!

Revista VOX nº10, Abril de 2002.
Por WASHINGTON CUCURTO.

OVNIPERSIA, libro de ná Kar-Elliff-ce, se publicó este año. El delirio editorial lo llevó a cabo una pequeña editorial independiente de nombre casi impronunciable (Tsé-Tsé). OVNIPERSIA al igual que Mar Paraguayo, del paranaense Wilson Bueno, no es un libro de lecturas primarias sino de relecturas infinitas. Todo un mundo poético de desopilantes cauces lingüísticos se va desplegando a medida que la lectura avanza. Juegos de frases, despepites, atolondramientos memorables, mezclas, invenciones descaradas de palabras compuestas onda “aeronave”, “noctiarena”, “milhoja”. Un fuerte aire carnavalesco se siente en el lenguaje, una libertad sintáctica con pocos precedentes en la poesía argentina, más seguidillas de imágenes y exclamaciones de otro mundo o mejor dicho, del nuevo mundo ovnipérsico (¡Adveníme ahora, pluripersonal proteineuca!).
Acá antes de que me olvide, antes de ahogarme en mi propio atolondramiento, voy a decir lo que considero más importante con la aparición de este libro: la tremenda desfachatez humorística-tragicoparódica en el tratamiento del lenguaje. OVNI es un libro abierto, y nos trae un lenguaje en pleno movimiento, un barullo de fuga, un aletear de torcazas violadas en las islas del Tigre, y por lo tanto vitalidad. ná Kar escribió una poesía de absoluta libertad, donde todo está permitido, es un libro “olmediano” en varios aspectos. Más adelante explicaremos esto.
Al terminar la primera lectura del libro lo primero que pensamos es, ¡esto es rebarroco, ché! Pensamos en un tono experimental, pero ná Kar nos pinta la cara, pues enseguida aparece un sólido y casi consumado estilo poético, que echa por tierra nuestras prejuiciosas aspiraciones teóricas. No hay nada experimental en OVNI, sino todo lo contrario: se exhibe un nuevo lenguaje en ebullición, un mundo ovnipérsico.
Ahora bien, ¿dónde encasillar este libro, sería un neobarroco elefantiásico? Una escritura que viene a concluir, de alguna forma, lo que empezó Sarduy? ¿Será acaso un newbarranco llevado al colmo de sus posibilidades? ¿Bajo que rótulo lo encerraría Salamín de mi Selva y el Clan-Puán? ¿Y si lo metemos en la bolsa del Cerrismo, actualizado con pizcas de humor, doblemente ingenioso y paródico? ¿Tal vez el Perlongher de Aguas Aéreas? Y delirando un poco más, ¿no tendría OVNI su origen en los mosaicos fonéticos de Livro de ensaios-Galaxias de Haroldo de Campos, el Rey carioca de las aliteraciones y los rompimientos del significante etc, sino escuchen esto: “mesma e mesmirando ensimesma, enmimmermando filipendula de texto extetexto/ por isso escrevo rescrevo cravo no vazio os grifos desse texto os garfos/ as garras eda fabula so fica o finar da fabula o finir da fabula o/…”
No señores, todo encasillamiento es pobre para OVNIPERSIA, todo parentesco con la literatura nacional es ridículo, pero no así con otra ramas del quehacer nacional. Ya veremos. La estética ovnipérsica se moviliza de un lado a otro y por momentos da la sensación de estar frente a una mega producción de pintura, cine, video, poesía, cómix, desfiles al estilo De Loof, y otros entretenimientos. Versos trabalengüísticos y como los trabalenguas, asonantes y musicales a su vez, sonoros, quizás acá esté uno de los puntos de OVNIpersia, ningún artificio, ningún mecanismo más hermoso, bullicioso y vital que un trabalengua, pues en él, el lenguaje toma una forma vital, se mezcla, sólo tal vez el habla mestiza de una dominica puede acercársele, pero tampoco. No puedo olvidarme de este verso trabalengüístico: “El tren que atrae la lejanía de trazos trajo el trepidar de tormentas / y el trailer los trozos de témpanos triscados por el trekking de nuestras botas”.
Sin duda este libro desde su concepción argentina, tiene una proyección continental, y su lenguaje pinturero, a veces estridente, a veces asonante, pero siempre increíblemene caótico, como diría Sarduy, lo coloca en su concepción latinoamericanista. Como los buenos libros de poesía desbarranca a cada tanto, y acá cabría llamarlo barranco desopilante. Tal vez, ¿por qué no?, esta ostentación del lenguaje, este derroche de energías, este despepite de vivacidades estrafalarias, este culipandeo culinario, este trepidar en el trepar de titánicas tarántulas, ¿este cantar canchero en la cancha la marcha peronista?, esta explosión de colores, nos lleva a otro arte, quizás el arte más perfecto de este siglo: la televisión.
Perlongher le pifiaba fiero cuando aseguraba que el neobarroso de estas orillas nacía primero con El Fiord de Osvaldo Lamborghini (l973), y La Partera canta, (l985), de Arturo Carrera, dos libros clave, si se quiere, para la historia de la literatura argentina. Se equivocó la paloma. Yo, modesta, cucurtescamente, me atrevería a decir que el verdadero surgimiento y explosión, fulgor, o como quieran llamarle del neobarroso rioplatense nace y llega a su máximo desarrollo como manifestación artística y no solamente literaria en la comicidad. El neobarroso es mucho más que una manifestación poética y pienso que sería interesante buscar sus fuentes en otros menesteres del sentir; por ejemplo en los sketch humorísticos de Alberto Olmedo. ¡Sería muy disparatado pensar que ahí nace el neobarroso? El descubrimiento de este new stile viene por el lado de la comicidad, de la parodia, del humor ácido y político, la complicidad con el público al romper las escenografías truchas, la exaltación de la carencia, de lo truchamente vulgar, las interpretaciones de variado calibre que se desarrollaba en el alma de esos sketch de la década del 70 y el 80´. Ahí es donde este new stile, esta forma desenfadada del ser , explota para el mundo. El ser argentino en constante movimiento, como en el libro de ná Kar, no?
No obstante no creo que OVNIPERSIA sea un libro neobarroso, aunque tenga muchos condimentos que vienen de la televisión y la televisión le deba un montón a Olmedo. Lo que sí creo, es que este libro es el punto de estallido y de mayor tensión poética, de una nueva poesía argentina que se comenzó a escribir a partir de 1995, por poetas nacidos en la década del 70 ( y que no pertenecen para nada a la generación del 90*). Y esto sí es un invento argentino al que yo le llamaría curepírocó. Leámos estos versos de OVNI: “Y qué va del mí si en mí cualquiera habla/ en mi cualquiera ordena y sin mí el que canta ordena…/ y de saber que el baile nos tiene/ que un pequeño baile nos troca/ y que no es representatura ni poemadomancia o grito demédium/ que esto no es prueba/ que es veniencia a la recorredura que conviene y se afianza y no condena/ que es el hueso hueco-de- aire en el cuerpo y la doble tracción a trip de ala/ la pequeña hacienda a doble voz y triple trino de risa".
Sin duda que es una nueva forma de interpretar y escribir poesía, muy ligada a mucho de lo que hace Romina Freschi en Estremezcales, como Alga de G. Bejerman, algunos poemas de Lola Arias, y todo lo que pude leer de Manuel D´Onofrio. Todos estos poemas tienen un fuerte aire curepesco. Pero estaría bueno seguirlo con más tiempo y más ganas.
* Un par de veces me sorprendí cuando en varios ensayos de profesores y gente conocedora de poesía se mezclan las generaciones bajo el rótulo de poetas del 90. ¿Qué es lo que separa a una generación de otra? ¿Su temática, su fecha de nacimiento? Sí todo eso, y sobretodo su posición frente a la literatura, no creo que puedan ser de la misma generación un poeta como Daniel Durand y Martín Rodríguez, Juan Desiderio y Romina Freschi, sus diferencias saltan a la vista y sobretodo sus inquietudes, ya no se ve (como en la gran mayoría de los poetas que empezaron a escribir hacia fines de la década del 80 hasta mediados de los 90), una inquietud “sociológica”. Tanto Elliff, como muchos poetas nacidos en los 70, tienen otra interpretación muy distinta y yo diría que no son poetas del 90, sino del nuevo siglo.

18.10.10

Payada intergaláctica ...

Por
WALTER CASSARA
en Radar Libros, Página 12, 8 de Abril, 2002.

Como un asteroide errante en el actual firmamento de la poesía argentina, un auténtico ready made u objeto no identificado que desciende de una galaxia remotísima, la escritura de Ná kar Elliff-ce (née Carlos Elliff) postula desde el principio, desde la descomposición del nombre propio, la necesidad de romper con cierto orden legible, ciertos usos codificados, literarios o “terrícolas” del discurso poético.
Desde el vamos, la identidad queda abolida o suspendida, pero quien firma la obra no apela a un seudónimo ni a un heterónimo (maniobras encubiertas de autor al fin y al cabo), sino que opera como un nombre más, desprendido de ese caos barroco y mutante. Sólo sobrepasando, disolviendo la autoridad del nombre propio –como advertía Roland Barthes en un admirable estudio sobre Proust– es como la escritura puede leerse y pensarse en tanto tal: darse otro nombre, travestirse para anular toda marca de género, moldear un rostro a imagen y semejanza del desierto, adentrándose en esa gran estepa alejandrina que podría llamarse Asia, Persia, Urano o el Uruguay, zona franca esta última, habilitada particularmente para la partenogénesis poética, y que ha alumbrado toda una “raza ventrílocua de poetas, iniciados en el Río de la Plata por un mulato algo letrado, llamado Bartolomé Hidalgo” –según afirma Roberto Echavarren en el agudo postfacio que cierra este libro. Hidalgo y Estanislao del Campo también, con su insuperable “overo rosao” aterrizando en un cráter para una payada intergaláctica.
Como un Persiles clonado de un cowboy de película clase-B, cuya Segismunda es en realidad una cautiva psicodélica –”prima shiva transiberiana”– Elliff lanza sus redes para juntar perlas de tamaños desproporcionados, imposibles, como sólo un sheik de la Vía Láctea podría atesorarlas: “¡guerra o invasión!: ¡házte ovni!.../ se zamarrean los alfiles de luna y del saloon-rancho nada sale pero se orquestan:/ las pisadas-labios y las bocas de arena los pasos del alter/ el atelier del absurdo cliente en zona: / figura tirarenas, pezuña de huella y reviente-fuera de caderas/ en la orilla de lycantrope-paleta enlaza la cinta de un Zorro fosco/ y alfilerazgo de la arena”, leemos en una página belicosa, titulada “Far (hu)este”.
Aquí todo, desde la puntuación hasta el vocabulario, es voluntaria y desprejuiciadamente asombroso, al modo de las millonarias proezas sintácticas de un Góngora, pero también al modo de los prerrafaelistas, con sus sonetos armados como mobiliarios artesanales y esotéricos. Se trata de crear una morfología poética nueva, descomprimir y desmembrar las palabras para llevarlas a un estado de máxima apertura sonora y semántica. Cada partícula de la lengua se convierte entonces en una virtual caja de resonancias cuya variables de sentido pueden desplegarse en contextos múltiples (e incluso antagónicos).
De ahí que Ovnipersia conecte en su desmesura con la utopía de una “neolengua estelar” o “panlenguaje” ya aventurada, a principios del siglo pasado, por el genial y secreto poeta ruso Vlemir Khlebnikov, cuya mística de vanguardia inspiró obras del futurismo eslavo más difundidas como las esculturas de Tatlin y los poemas de Maicovsky.
Además de poeta, Carlos Elliff es coeditor (junto con Reynaldo Jiménez y Carlos Riccardo) de Tsé-tsé, revista en torno de la cual se agrupa gran parte de la poesía más experimental y “psicodélica” que se escribe actualmente en Buenos Aires. También Elliff ha incursionado en el”underground” con espectáculos de poesía y música electrónica. Ovnipersia es su segundo libro publicado.

17.10.10

Éramos pocos y parió el espacio ...

por LORENZO GARCIA VEGA para El Nuevo Herald, Miami, 2002.

La penúltima noche que estuve en Buenos Aires: fue en la casa de Reynaldo Jiménez, el poeta director de la revista tsé-tsé: fue, después de varios tragos, que un soplo nocturno, inesperadamente entró por la ventana; entonces el poeta ná Kar-Elliff-ce, sin colocarse ninguna máscara del misterio, sino sólo con lo inquietante de unas palabras, que además llegaron a como aureolar su rostro, nos dijo a todos los que estábamos allí --pero sobre todo me dijo a mí, que lo supe oír con un fervor de iniciado--, lo siguiente: ''Sí, querido Lorenzo, sé que tú me sabrás comprender. Fue una noche de tormenta, huracanada y eléctrica, azotando el rancho donde estábamos. Un rancho uruguayo, a tres kilómetros de cualquier otra casa, y sólo con mar y desierto alrededor. Pues bien, hacia las tres de la mañana nos golpearon la puerta. Así que, en ese momento, nos pareció que lo fílmico de la situación, su humo extraterreno, estaba llegando demasiado lejos (por golpear tan cerca), y esto hasta volverse real de tan irrealizable. Pero, querido amigo, eso no fue todo: después de esos, nerviosos, primeros golpes, entonces vino el primer intento de forzar, bruscamente, la puerta, y esto así, hasta que decidí emerger de la mudez azorada que me inmovilizaba. Grité algo, ya no recuerdo qué, algo muy parecido a un rugido o gruñido de yeti, y a los segundos, en medio de ese relampagueo y entre esas ráfagas marinas, se fue quien fuera que haya podido aparecer bajo los embates de esa tormenta en pleno yermo. Así que pensé de inmediato en el Turco/Adunai y en Shaitan, una de las inteligencias de la ranchonave, azotando con su sígil [``la palabrita sígil'' --me explicó entonces Kar Ellif, ''proviene del arte astrolátrico que Cornelio Agripa llamara la Magia Celeste''] a ese personaje a la intemperie, tan perplejo y atemorizado como lo estábamos nosotros''.
¡Ujule! Lo desmelenado de una Energía (con mayúscula), azotando al poeta en un rancho uruguayo. No puedo dejar de reconocer que, esta confesión del poeta Elliff, me tocó vivamente. Elliff dijo que había pensado en el Turco/Adunai y en Shaitan, mientras que yo, profundamente alterado, no dejé de recordar al demonólogo Aleister Crowley, aquél que, llegado a Portugal en medio de nubes de neblina, le metió miedo al inefable Pessoa.
Recordé...; y, como si estuviera amedrentado (ya he dicho que un inquietante soplo nocturno se había colado por la ventana de la casa del poeta Jiménez), pregunté:
--¿No sería, Kar-Elliff, que se te apareció Crowley?
Pero Elliff me respondió: 'La costa uruguaya sigue siendo el 'locus' más afín a La Irrupción''.
Pero como diría Zorrilla, ''pasó un día y otro día, un mes y otro mes pasó'', o
como diría el Apóstol Martí, ''pasó un águila sobre el mar'', por lo que ya yo no estaría en Buenos Aires, oyendo a Kar-Elliff hablar sobre ese extraño asunto, planteado por Elliff, donde se llega a saber que un ''colmillo faquiriza'', sino que estaría, como actualmente estoy, en una Playa Albina donde lluvias e inundaciones me traen el obsesivo recuerdo del rancho uruguayo donde no dejo de creer que se apareció Crowley.
Pasó, repito, un día, o un mes, o el águila del Apóstol, con el obsesivo recuerdo del rancho uruguayo, pero he aquí que, ahora, la imagen ha encarnado en un espléndido texto, recién publicado en la editorial argentina tsé-tsé, y que bien se titula ovnipersia. Ovnipersia, así mismo, la cual en una de sus solapas nos ilumina sobre el autor:ná Kar Ellif-cé: nacimiento --cuasi: Abril de 1993 en casa del Pantera, Banda Oriental.
Pero saltemos brevemente, y a como se pueda, por este inquietante texto, ovnipersia, del Kar Ellif-cé. Primero ¿qué nos dicen los críticos? Pues bien, Roberto Echavarren, ante este texto del Kar, no sólo se ve asaltado por el recuerdo de estos versos del tremendo Julio Herrera y Reissig ''Canta la noche salvaje /sus ventriloquías del Congo /en un gangoso diptongo/ de guturación salvaje'', sino que nos advierte lo siguiente: ''Ese alien decimonónico, el gaucho'', en palabras de Elliff-ce, viene en un ovni, en una nave espacial donde se abren los pulmones del idioma. Surgen ínsufaciones de la planicie'', que se levanta como casa del mundo, "capa, carpa y globo ígneo''.
Y también en Washington, el crítico Cucurto, señala: ``La estética ovnipérsica se moviliza de un lado a otro y por momentos da la sensación de estar frente a una mega producción de pintura, cine, vídeo, poesía, cómic, desfiles al estilo De Loof, y otros entretenimientos ... No obstante no creo que OVNIpersia, sea un libro neobarroso [Ojo: para el lector que no lo sepa, el neobarroso que aquí menciona Cucurto no es, precisamente, el neo barroco rococó de Severo Sarduy, sino que es un como barroco argentino que bien le puede meter miedo al miedo, pero ahora no puedo hablar de eso] aunque tenga muchos condimentos que vienen de la televisión .... Lo que sí creo, es que este libro es el punto de mayor tensión poética, de una nueva poesía argentina que se comenzó a escribir a partir de 1995, por poetas nacidos a mediados de la década del 70''.
Pero sobre todo, lo que el posible lector de ovnipersia debe tener en cuenta es que, con gracia, nos dice el Ka Elliff que ''éramos pocos y parió el espacio''. Bien, ¿y que puede significar este paritorio del espacio? Recordemos, Platón nos dijo que el espacio era, para el orden cósmico, como una nodriza. Es decir, metía al espacio, Platón, en eso de poder tener una función nutricia, como la madre. Por lo que, siglos después del filósofo griego, un gaucho argentino de la nueva poesía, el Kar Elliff, no sólo está tratando de desentrañar una tremendísima experiencia uruguaya donde puede estar metido hasta el mismísimo Crowley (recuerde, el lector, que el Aleister con quien quizá se ha encontrado Elliff, hasta aparece en la Enciclopedia Británica en calidad de "demonólogo''), sino que nos llega a dar constancia de que el espacio ha parido.
Y hay que fijarse en eso hasta ahondar en el hecho de que con Elliff estamos frente a una nueva mitología. Una mitología que... Pero ¿se trata de una poesía sólo para iniciados? No lo creo. Pues más bien Elliff, quien se presenta ''Como consumista de diversiones'', lo que nos está presentando es la mitología que unos jóvenes están tratando de descifrar, y donde, desde una zona tensa, vibrante, o disparada en el delirio mejor, podemos hasta llegar a situarnos bajo la sombrilla de este buen refrán que el gaucho de ovnipersia nos ofrece: ''Lo que naturaleza no fala mariguana orquesta''. Así que no está mal que los viejos, como el Lector que soy yo, abandonemos toda esa idiota zoncera de la experiencia, y esto, así, para poder cobijarnos en la espelunca que nos permita escuchar este refrán, sabiduría ovnipersia, que el astuto Elliff, desde una fantasmal gauchería, nos está brindando.