18.9.11

Boingo-Bong: un tipo muy fieltro.

Desde la orilla contigüa a Ovnipersia, María Ortiz arrimó al blog, años después de la entrevista que fragmentamos en la entrada previa, dando el pase al siguiente ovni (y siguiente blog), que llaman Boingo-Bong, cuya dirección flamígera es: http://boingobong.blogspot.com/


¿Qué es lo que más te gusta o conmociona cuando releés tu segundo libro, Boingo-Bong?
El postfacio de Reynaldo Jiménez. Voy allí una, dos, tres veces cada tanto, y siempre me erizo, siempre acabo en una suerte de acción de gracias.


¿Que dirías, en dos palabras, de Boingo-Bong?
Que es un tipo muy fieltro, fiel a su chal, a su enfurtido de fieltros, a su invocación de las materias más diversas, a toda una especie de aglomerado náufrago, povera, al estilo del drapeado alucinante de la playa, con sus razas y restos, filigranas del grano o el nácar, sus refracciones solilunares (por ejemplo los chales de las marroquíes, que como Mitra lucen capas de enfurtidos estelares).


¿En qué lo diferenciarías de Ovnipersia?
En que ese conglomerado, que parece el mismo, en realidad es otro: ya no titubea entre un arrastre lírico y una exageración tímbrica, se confía más a su continuo, asume entero su manar. Puede parecer menos impactante, pero también por eso puede delinear casi todo el umbral humoso desde el que contempla, desde el primer verso hasta el último, sin saltos. En Ovnipersia eso está sujeto a titubeos más drásticos, que no logran captar la longitud de onda de los mínimos a los máximos diferenciales, en una sola y larga peinada. Boingo-Bong lo podés leer de un tirón como un solo tema de space rock. No pasa eso con Ovnipersia. Por eso cuando me canso del space rock de Boingo-Bong voy a la rockola de Ovnipersia, que salta de Erik Satie a Julian Cope, por decirlo de una manera.


¿Tenés ganas de hablar de Zoor, tu nuevo libro de poemas?
No, gracias.