18.9.11

Boingo-Bong: un tipo muy fieltro.

Desde la orilla contigüa a Ovnipersia, María Ortiz arrimó al blog, años después de la entrevista que fragmentamos en la entrada previa, dando el pase al siguiente ovni (y siguiente blog), que llaman Boingo-Bong, cuya dirección flamígera es: http://boingobong.blogspot.com/


¿Qué es lo que más te gusta o conmociona cuando releés tu segundo libro, Boingo-Bong?
El postfacio de Reynaldo Jiménez. Voy allí una, dos, tres veces cada tanto, y siempre me erizo, siempre acabo en una suerte de acción de gracias.


¿Que dirías, en dos palabras, de Boingo-Bong?
Que es un tipo muy fieltro, fiel a su chal, a su enfurtido de fieltros, a su invocación de las materias más diversas, a toda una especie de aglomerado náufrago, povera, al estilo del drapeado alucinante de la playa, con sus razas y restos, filigranas del grano o el nácar, sus refracciones solilunares (por ejemplo los chales de las marroquíes, que como Mitra lucen capas de enfurtidos estelares).


¿En qué lo diferenciarías de Ovnipersia?
En que ese conglomerado, que parece el mismo, en realidad es otro: ya no titubea entre un arrastre lírico y una exageración tímbrica, se confía más a su continuo, asume entero su manar. Puede parecer menos impactante, pero también por eso puede delinear casi todo el umbral humoso desde el que contempla, desde el primer verso hasta el último, sin saltos. En Ovnipersia eso está sujeto a titubeos más drásticos, que no logran captar la longitud de onda de los mínimos a los máximos diferenciales, en una sola y larga peinada. Boingo-Bong lo podés leer de un tirón como un solo tema de space rock. No pasa eso con Ovnipersia. Por eso cuando me canso del space rock de Boingo-Bong voy a la rockola de Ovnipersia, que salta de Erik Satie a Julian Cope, por decirlo de una manera.


¿Tenés ganas de hablar de Zoor, tu nuevo libro de poemas?
No, gracias. 

26.7.11

Ovnipersia me lo regalaron.

De una entrevista de María Ortiz al autor de Ovnipersia, para la revista Ónice, 2002. Destacamos tres preguntas con sus respuestas que, tras las reseñas posteadas, cierran un capítulo de esta recolección.


-¿Hubo ese momento de decir o entender, bueno, ahora escribo Ovnipersia o algo así?
No, para nada. A Ovnipersia me lo regalaron, y esta es su verdad ... genética, por decirlo de algún modo.


-¿No hubo autoría querés decir o no hubo programa o hubo sólo una especie de encuentro milagroso...?
Sería falluto decir que no hubo autoría pero también sería falluto decir que la hubo; si comparás Climas y Oleajes, de aquel Carlos Elliff, con Ovnipersia, de ná Khar Elliff-ce, vas a encontrar esa cosa de regalo de Ovnipersia, que nada tiene que ver con el trabajo; ahora después hubo que desenvolverlo, probármelo y usarlo a fondo, hacer como que era mío, cuando en realidad no. Lo que se inicia en Ovnipersia es otra cosa y no tiene nada personal, al menos en sus partes más "genuinamente ovnipersas" (porque tiene una resaca más floja por ahí) ... es otra caza más bien, y con un arco que no manejaba. La flecha sí, en un punto, parecía que era yo. Aparecía en cada practicable ... en cada situación ... Era más bien Ovnipersia experimentando conmigo, su exigencia de más fidelidad cabalgándome, no al revés. Por eso no es un libro "experimental", como si un sujeto demasiado á la page le impusiera su idea terciaria y cultérrima de lo que es experimentar ... El libro está más cerca de un nocturno de capa y espada, con rasgos manieristas, en cuanto experiencia aluvional, que me modificaba como cabezal de la flecha y de rebote se la daba también al libro, ahí atrás de un árbol o bajo la luna. La corrección, que la hubo, era eso: llevármelo de nuevo al abrupto del árbol, de la capa, devolver el flechazo, jugar nativamente en ese paraíso astral.


- ¿Te atrae o te llama esta presencia o no del Paraíso?
- Sí sí, totalmente, más tirando a ese Paraíso como de lunerotikós mudéjar, de cierto Pasolini leyendo las 1001 Noches, o de un Lezama Lima muy especialmente. Pero sobre todo un Paraíso sin idea previa, sin teología ni literatura, aunque con una misteriosofía de octavo clima –dirían los sufís– que no ancla en el paraíso leído ni fílmico, sino en uno por el que cada cosa es continuamente destilada y como "leída". Quiero decir cantada y amada. Y menos de lírica o de poesía que del aliento que levanta la rumia, cualquier rumia, a cierta hora, en cada cosa, el regusto de esa hora, o de esa era nuclear, por la que cada entidad es macerada y elevada a su humo, muy cerca de su éxtasis (no de su histeria) según algo más cierto y amable que el placer. En base a esa rumia a veces se evapora algún camino ... a Compostella, o más literalmente –dirían los agricultores celestes– compost de la Estrella. Por ahí va, y después esos efectos secundarios de comedia esotérica, su picaresca hechizada a través del eros anterior que habilita la Luna. El Paraíso pasa por zonas de anterioridad muy intensa: no conviene que aparezca a posteriori como efecto de religión o de cine o de “subjetividades privilegiadas”. ¿Hay Paraíso sin religión ni poesía ni profetas? La poesía que me gusta hace pasar esa anterioridad paradisíaca, aún a pesar de atravesar la criba del verso, la oración o el versículo. A la vez tendría que aparecer ese lector capaz de abrir, con su rumia, esa anterioridad, sin las toscas detenciones de la hermenéutica o de cualquier interpretación. Es una instancia de pura afectividad no-humana que Deleuze, leyendo a T.E.Lawrence, llamó estado naciente de la percepción. Lezama Lima lo llamó estado larvario. Yo lo llamaría –haciéndoles cosquillas– nuestra aventura anterior. Y no te digo "nuestra" al pasar, sino porque el "paraíso" no puede ser privado (y menos de ghetto), es parte de esa omni-inclusividad enunciativa no-discursiva de la oración terrestre: colectivos de miríadas .

15.11.10

Postfacio - Roberto Echavarren (fragmentos)

Ovnipersia
Postfacio de ROBERTO ECHAVARREN -fragmentos-.

(…)
Esta poesía se define con generosidad de disfraces con que ilustrarse a sí misma, casi ausente de sentimientos: sólo el sentimiento que concuerda con la amplitud de la ejecución y que no cae en los pozos depresivos de la carencia sentimental. Lo que se pone en escena aquí son restos de narcisismo a la vez que entorno, cuerpo que es a la vez arena y borde, ya que la peladura, la sesgadura, las rayas a y en ciertos ojos forman la visibilidad conjetural que segrega el poema. El fetiche o los fetiches se balancean en el péndulo alternativo entre lo que se ve y quien siente, pero el sujeto es apenas un efecto de sentido que reapropia lo escrito en acepciones más o menos exclusivas y ordenadas, según ciertos criterios. El poema impide a través de su deriva que nazca ese yo o se vuelva decisivo, y se mantiene en la tierra de nadie donde no hay nadie (por el momento), antes de ser y cosa, antes de vivo o muerto, en un diapasón vibrante.
(…)
Se juega un sentido y lo que recobro de allí es una furia deportista. ¿Cómo nos ha dejado perplejos con tan bien realizado despliegue? Por la atención que sigue los aspectos de la empresa, la descripción fiel de lo experimentado-apetecido, el estímulo sensible a una transformación, como cualquier otra actividad orgánica reiterada. Lo visivo está condicionado por una pauta rítmica de la vida, un respirar, que destella sonoridades. “La pauta de contacto es … palatina”, el paladar retumba o resuena con el cloqueo de la lengua, y repercute en otras membranas, los parietales por ejemplo, y repite en raptos una letra, aquí la p, allí la a, en gorgoritos; de acuerdo a estos retumbos es lo figural, nada para ver en definitiva, salvo los impactos revereberantes de línea y color (…) aunque momentáneamente se lleguen a ver muchas cosas, todas en constante deriva de una en otra, que jamás precisa la sustancia última, salvo sus instantáneas rozaduras en el precipitado de cada verso.
(…)
El verso es un resultado que llega por sorpresa (…) su pertenencia es sólo la fidelidad al nervio de asociaciones desplegadas en el recorrido, no anticipadas. Es un crecimiento apropiado a posteriori, no propio: te crece cuando todavía no eras tú.
(…)
“Ser de culo y aire, obra de lo posible en el demonio”: el demonio es vida del cuerpo, una órbita de tensiones, en zigzag relampagueante de músculos y nervios, que puede sacar su cielo al desnudo, sin atajar con el pudor la virtud espontánea de esa experiencia no constreñida que explaya un perfume al sacudirse, oreado en el éter de los vivientes. El conjunto es obra del demonio, el daimon, inspiración o divinidad terrestre que actúa con las idiosincracias y particularidades. Con la fuerza de la vida y sus realizaciones nos recorre como un dios extranjero, un ser de paso, que sacude los huesos y remueve el serpentario.
(…)
“Creo en mi cresta que hace de Asia para un costado / y hacia el otro da sombra a un negro”. Ese instrumento es un fetiche, un tajamar que hiende y separa las aguas y es responsable de las (in)distinciones. En este caso lo sublime, por un lado, el registro de la idea (Asia, lo enormemente grande, un sublime espacial), versus el negro soñador de la tierra, lo real de aquí (nuestro), lo amenzante, lo escondido, el señor de la (en la) encrucijada. La ventriloquia del corazón, el instinto y las circunstancias anuda al idioma (capacidad de concepción, la idea) con lo real (el negro) que profiere una “guturación salvaje” según el influjo de ese inmediato energético que lo espontaneiza. “Canta la noche salvaje / sus ventriloquias del Congo / en un gangoso diptongo / de guturación salvaje.” Estos versos de Julio Herrera y Reissig conjeturan según ná Khar Elliff-ce: “y qué va del mí si en mí cualquiera habla”. Y el fondo de asignación flota alrededor del perineo, salpicado por las letras que elige, por la ventriloquia que lo transita.
“Raza ventrílocua” llama Amir Ahmed a los poetas, iniciados en el Río de la Plata por un mulato –un “pardo algo letrado” según se dijera– llamado Bartolomé Hidalgo. Ese “alien decimonónico, el gaucho”, en palabras de Elliff-ce, vienen en un ovni, en una nave espacial donde se abren los pulmones del idioma. Surgen “insuflaciones de la planicie”, que se levanta como casa del mundo, “capa, carpa y globo ígneo”. El ovni es un pulmón de la letra, el espacio cósmico que conjuga la idea con el cuerpo, una planicie que se infla, tierra de nadie, ovni persia (omnipersia) donde se pierde el poeta y aguza el oído, y nos encontramos en una esquina de Alejandría …

10.11.10

¿Cómo adentrarnos en el desierto?

Reseña. Receta
sobre
Ovnipersia, ná Khar Elliff-ce, ed.tsé=tsé.
por
MARCELO BIAGI
para Zapatos Rojos, 2002.

¿Cómo adentrarnos en el desierto?
En toda expedición se transporta lo esencial: la idea de viajar liviano, sin más peso que la ansiedad del descubrimiento, caminar y caminar es la premisa, el desafío de explorar nuevas tierras. Ayudados por la brújula-Elliff, descubrimos en cada suceder de palabras, nuevos rumbos, facetas, pliegues en mares de arena. Sentimos la sensación de la aventura en sí misma. Un mundo único construido de criptogramas y jeroglíficos, teatros retinales, que dejan traducir el ansia misma de viajar y viajar... Una vez que el viaje ha empezado las sensaciones nos invaden: médanos lisérgicos, ánimas turcas, fluorescencias de las travesías transiberianas, hacen imposible despegar los ojos de aquel paisaje compacto pero de diversos matices. Turrón de maní, almendras y castañas es el acompañamiento expedicionario perfecto, que junto con una bebida refrescante nos dará las fuerzas necesarias para seguir volando, como aves divas por el mundo Elliff-ce. No pares de caminar, no pares de leer, no pares de comer, éste es el éxtasis, la abundancia de los sentidos, la invasión plena. Al igual que con Ovnipersia, deberás masticar y perseverar para llegar al corazón del sabor mismo, derretir las durezas para dejar expuestos los frutos de la naturaleza, la fluo vegetalia, descubrir las diferentes texturas/lecturas, activar varias papilas/pupilas gustativas a la vez, estar atento a tus sensaciones, vivirlas, relajarte y gozar... Como último consejo de travesía, carguemos nuestras cantimploras con Fernet Branca menta y a cada impulso de sed respondámosle con el verde camino a Shiva y su sagrado alimento, para vivir en el oasis permanente de la sensibilidad.

2.11.10

Ovnipersia. Capsulazona. Nave regia.

Revista VOX, nº10, Abril 2002.
Por
ROMINA FRESCHI.
Capsulazona, nave regia, nave región. Nave, barco, lugar – casa que se traslada intacta (Nautilus) -casa que se transforma con cada toque (barco ebrio). Ovnipersia es un lugar: una sinestesia (ovni – omni – persa – pérdida – inmensa), un espacio donde la historia (el tiempo como consensuamos conocer) es una impresión más que entra por los sentidos y en ellos se re-suelve.
En sentido contrario entonces, ese espacio ovnipersia es un espacio de puro tiempo – un viaje – de los sentidos, lo sentido y el sentido ; ¡casi una infancia! ¡una eternidad! La recuperación de la aventura pura, pre-histórica.
En la bitácora de este ovni (ya no sólo ebrio sino mucho más sofisticadamente alterado), el recuerdo como impresión es el único dato histórico. Recordar el recuerdo: ¡un récord! Como única historia entonces el record es, a la vez, procedimiento – la grabación – y resultado – el registro registrado de un presente que se actualiza en cada impresión (la que imprime el escritor y la que se imprime en el lector)-.
La palabra – máscara – contrae y expande las impresiones en el chart del poema. Presente vivido, grabado, escrito, leído y vuelto a vivir. Escritura-lectura re-cordadas. Presente vívido en el movimiento de la nave-cuerpo que viaja, y en el viaje, cambia.
Intentar recortar una cita de ovnipersia es la prueba más irrefutable de ello. Cada palabra frasecifra es un “presente” en sí misma, indelimitable, representándose a sí misma y al libro tan efímera como concluyentemente. Inolvidable en su accionar (motor del viaje, escenario no sólo móvil sino fluctuante) pero in-re-cordable en la cuerda de la historia y del lenguaje cuerdos.
Elijo entonces por puro gusto, por aceptar “el presente” como un canto cantado para mí en este momento, lectora-cántaro, golosa y gozosa de la ovnibilación recibida:

“Estamos en el rancho de cualquierparte / en el rancho de la bienquerida por el que cruza la estrella del mediodía. / Su galería se inicia a la altura del eco seno: estoy retirado al costado del mar y descanso (pero como quien dice “ahí me comen”) / y permite la costilla de la hora entrar a su sable de siesta: / no deja de temblar este hilo del que un habla cuelga.
"Azulamarillo de la aguafiesta y del emerger a la espuma y al ovni de la ola: / salgo hacia donde cuelgan los trapos / sector de parición a pleno día brasa un canto que aplasta los cardos. / Vida solita entre el mar y la ropa disparada contra el suelo: / mi ranchera es mi germen de naviger, / fotografemas del espacio en sus paredes caseras / la vuelven el módulo de desconocimiento que orbita la arena.”

23.10.10

Presente Perfecto

La Nación, Suplemento Literario, 17 de Noviembre de 2002
Por
CARLOS BATTILANA

En su libro anterior, Climas y oleajes (1995), Carlos Elliff (Buenos Aires, 1968) proponía una atmósfera que escapaba de una referencia clara e intentaba deambular por el sonido de las palabras desdiciendo un sentido asignado previamente. En Ovnipersia se rompe directamente con el pasado y se instala en un presente pleno, negando ya cualquier referencia externa. En ese flujo discursivo, cada palabra abre un imaginario vertiginoso y desconcertante. Desasido ya del significado de las palabras, el referente que éstas designan se desintegra, e irrumpe como un rumor, una suerte de corriente acústica que no deja aire, o mejor, que casi asfixia. No hay esperanza en la fijación, ni en la detención del sentido. La quietud queda abolida; el movimiento, en consecuencia, resulta una suerte de matriz con la cual leer este libro. Sin embargo, en esa ruptura de consenso del significado que propone Ovnipersia también se rompe con el mismo nombre de autor que sostenía un determinado pasado: el nuevo nombre ná kar Elliff-ce astilla y reemplaza el nombre del poeta Carlos Elliff, y propone en el nuevo significante una clave del libro: significante y significado se extravían cada uno por su propio camino ("Ahorasiendo pastizal-al-sol renativizo mi nombre").

La convicción de este libro es que la convención lingüística desarticula una forma efectiva de comunicación y, si algún tipo de comunicación es posible, la que propone ovnipersia es la de un universo saturado de sí mismo, resistente y elocuente en su propia lógica. En esta dirección no hay ningún indicio que tienda un lazo con el auditorio; pero justamente en ese aparente repliegue reside una forma secreta de amor: retraerse del consenso resulta, finalmente, un inesperado gesto político de inclusión que se niega a designar el mundo con el peso (y la pesadumbre) de la tradición: "Contacto de algún tipo hago aunque no sé con quién hablo:/ ¿quién habla ahí?". Propone, en cambio, una crítica y una resignificación de cada una de las palabras que integran el sistema de la lengua a partir de una enunciación individual: "no deja de temblar este hilo del que un habla cuelga".

Es posible leer en Ovnipersia el eco de escrituras diversas, entre las que se podría mencionar en el ámbito latinoamericano las de Huidobro, Mario de Andrade o Perlongher, entre otras, cuya experimentación con el significante nos habla de una desconfianza radical del lenguaje convencional. Si la lengua, entonces, es un sistema previo que la torna, en un aspecto, inmutable, este libro propone su cambio. No lo hace por un uso social que desgasta y modifica el sentido, sino porque trata al lenguaje como un resto fósil, del que puede derivar una nueva e impetuosa combinatoria.

20.10.10

La parición del lucifer ...

Por KZWLEH ELAGABALUS
"La parición del lucifer en la intermitencia de las luces"
El 20 de agosto de 1977, desde Cabo Cañaveral, fueron lanzadas por la NASA las sondas espaciales Voyager I y II. En su interior cada una contenía un disco de oro con saludos en sesenta idiomas y selecciones de músicas representativas de la tierra. El compilador de los sonidos fue el astrónomo Carl Sagan. De haber habido allí un verdadero visionario, en vez de un científico sin sueños, hubiese quitado de las sondas aquel disco dorado y colocado en su lugar ovnipersia, que nos habla con sus "voces de puto, voces de estrella, voces de Roma".
Ovnipersia, manual de viajes astrales sin mapas previos, foto kirlian del Socialistisches Patienten Kollektiv, poemas alienígenas que penetran en lo hondo del "far (hu) este", energía orgónica proyectada con guiños thelemicos, el post-lenguaje kamikaze de Ná Kar Elliff-ce fluyendo en la "arizona albina".

2- "Ser el sin destino plasma de Azazel"
La palabra es un virus. Na Kar Elliff-ce subvierte la palabra y transmuta el logos. Al igual que con los susurros enochianos o el LSD, el flujo y reflujo se abre en un múltiple malestar visionario. Ovnipersia es justamente esa alucinación incómoda que desterritorializa la mente enraizada. Aquel no-lugar al que Na Kar te ha llevado y dónde tal vez temas quedar varado. Igual que aquel desmenuzado caos originario en el que Na Kar nos coloca junto a Aleister Crowley y un gaucho, leer Ovnipersia es devenir Elliff-ce para destruirse junto a Elliff-ce. Ovnipersia es vaciarse y dislocarse en la marea vital que transita lo pluri-árido, pues el viaje al que incita Na Kar no tiene otro ticket de entrada que evacuar al yo-soy-yo. La seducción tactilo-retinal, el ser atmosférico.
SEÑOR GORDO: ¿Está usted hablando del post-estructuralismo y la muerte del autor? (levantando la mano y pidiendo permiso para hablar, seguramente también tiene corbata).
Mr. LAM : No, usted aún se niega a comprender: transfiguración total del ser y vuelo macro-cósmico... en todo caso, escuche al profético Na Kar: "¡házte ovni!" (después de pronunciar las palabras mágicas, Mr. Lam realiza la acción para ilustrar su frase)

3- "La ciena retinal está hiperpoblada"
Ovnipersia: proyección al éter y regreso transfigurado a un reino-rizoma. ¿Dibujos cósmicos travestidos en palabras? Ovnipersia seduce la retina e incita al tacto. Perderse en el cielo persa, echado en el pasto meado de la meseta, la visión clavada en las estrellas con la voz de Venus vestida de Lúcifer-Aurora modelando el cenagal de la galaxia... Silencio... Silencio o no escucharás a Elliff-ce susurrando: "A deslizar el pie en el azul del éter-manto".
El hombre primitivo fue astrólogo por naturaleza: jamás redujo la contemplación del Cielo al mero acto del cálculo rufián, a la especulación sobre los pequeños destinos terrestres. La galaxia abierta, imágenes mentales que construyen oráculos; extraviarse completamente para encontrarse allí; tal vez junto a Orión, tal vez en Alpha-Centauri... y expandirse en éxtasis. ¿Por qué ya no mirás al Cielo? ¿Acaso te han convencido y piensas que tu ascético software astrológico irradia tu ser hacia la Galaxia? Tres casilleros atrás, compañero... Tres casilleros atrás, tu que ya has sido Prometeo. Vuelve a tu ser primitivo, vuelve a Ovnipersia. Aquel momento en que tomaste el cielo por asalto e invadiste las estrellas.
En su traje de poesía subversiva, Ovnipersia regresa a la tradición primitiva de los Oráculos Estelares. A la visión monstruosa que sólo conocen los hijos de Caín, frente a la cual Abel es ciego.

4- "¡Que se agarre la gramática-Dios que libamos del vello de Shaitan!"
Na Kar Elliff-ce libera al lenguaje de su heimarmene para regresarlo al flujo mental del que provino. De igual manera, Ovnipersia no nos lleva a las estrellas si no es para luego enfrentarnos con la realidad mundana, que se ha transfigurado, que se pavonea rizomática y boquiabierta... y ha dejado de ser mundana. Siempre al borde de la palabra, en su filo doble, las voces de Na Kar amasan su propio idioma, sus propios cuerpos. La sabiduría de la nueva carne.
Cuerpos que van en búsqueda de formas atávicas, bestiales... tras la experiencia estelar hemos dejado de ser hombres y cual condes misántropos devenimos animales.
Na Kar es un poeta de lo inhabitable, la materia chamuscada que se reencuentra en las estrellas y sólo entonces vuelve a tener legitimo derecho a la forma. La experiencia iniciática de un cuerpo que ha necesitado ser atmosférico para volver a ser cuerpo. Y, sin embargo, ni rastros de un asceta... ni una migaja de auto-flagelación, sino un guiño al grito de un perdurable profeta, "el único pecado es la restricción".

5- "Yo le rezo al perro y le como su alimento" y/o "¡Al habla, pathos!"
Ovnipersia es un ticket de entrada. Un anti-manual de la experiencia iniciática (¿Y para qué demonios sirven los manuales?). Alpha y Omega como un camino de doble sentido. El borde del cálculo mental, el ovni que te recorre. Ovnipersia garabateó jeroglíficos obscenos en Lascaux. Ovnipersia descuartizó a Osiris y asesinó a Abel. Ovnipersia fumó hash con Hassan I Sabbah y escribió manifiestos malditos en pleno medioevo. Ovnipersia se unió a todas las Ordenes esotéricas del revival post-romantico y fue a un pub cockney del bajo Londres a emborracharse junto a Zos vel Thanatos. Ovnipersia descubrió la energía orgónica junto a Reich y tomó LSD con Tim Leary. Ovnipersia rió durante milenios y los locos lo leen sin entenderlo.
Ovnipersia es aquella risa dulce y siniestra que resuena desde el origen del Universo hasta nuestros días.

19.10.10

¡Eu!

Revista VOX nº10, Abril de 2002.
Por WASHINGTON CUCURTO.

OVNIPERSIA, libro de ná Kar-Elliff-ce, se publicó este año. El delirio editorial lo llevó a cabo una pequeña editorial independiente de nombre casi impronunciable (Tsé-Tsé). OVNIPERSIA al igual que Mar Paraguayo, del paranaense Wilson Bueno, no es un libro de lecturas primarias sino de relecturas infinitas. Todo un mundo poético de desopilantes cauces lingüísticos se va desplegando a medida que la lectura avanza. Juegos de frases, despepites, atolondramientos memorables, mezclas, invenciones descaradas de palabras compuestas onda “aeronave”, “noctiarena”, “milhoja”. Un fuerte aire carnavalesco se siente en el lenguaje, una libertad sintáctica con pocos precedentes en la poesía argentina, más seguidillas de imágenes y exclamaciones de otro mundo o mejor dicho, del nuevo mundo ovnipérsico (¡Adveníme ahora, pluripersonal proteineuca!).
Acá antes de que me olvide, antes de ahogarme en mi propio atolondramiento, voy a decir lo que considero más importante con la aparición de este libro: la tremenda desfachatez humorística-tragicoparódica en el tratamiento del lenguaje. OVNI es un libro abierto, y nos trae un lenguaje en pleno movimiento, un barullo de fuga, un aletear de torcazas violadas en las islas del Tigre, y por lo tanto vitalidad. ná Kar escribió una poesía de absoluta libertad, donde todo está permitido, es un libro “olmediano” en varios aspectos. Más adelante explicaremos esto.
Al terminar la primera lectura del libro lo primero que pensamos es, ¡esto es rebarroco, ché! Pensamos en un tono experimental, pero ná Kar nos pinta la cara, pues enseguida aparece un sólido y casi consumado estilo poético, que echa por tierra nuestras prejuiciosas aspiraciones teóricas. No hay nada experimental en OVNI, sino todo lo contrario: se exhibe un nuevo lenguaje en ebullición, un mundo ovnipérsico.
Ahora bien, ¿dónde encasillar este libro, sería un neobarroco elefantiásico? Una escritura que viene a concluir, de alguna forma, lo que empezó Sarduy? ¿Será acaso un newbarranco llevado al colmo de sus posibilidades? ¿Bajo que rótulo lo encerraría Salamín de mi Selva y el Clan-Puán? ¿Y si lo metemos en la bolsa del Cerrismo, actualizado con pizcas de humor, doblemente ingenioso y paródico? ¿Tal vez el Perlongher de Aguas Aéreas? Y delirando un poco más, ¿no tendría OVNI su origen en los mosaicos fonéticos de Livro de ensaios-Galaxias de Haroldo de Campos, el Rey carioca de las aliteraciones y los rompimientos del significante etc, sino escuchen esto: “mesma e mesmirando ensimesma, enmimmermando filipendula de texto extetexto/ por isso escrevo rescrevo cravo no vazio os grifos desse texto os garfos/ as garras eda fabula so fica o finar da fabula o finir da fabula o/…”
No señores, todo encasillamiento es pobre para OVNIPERSIA, todo parentesco con la literatura nacional es ridículo, pero no así con otra ramas del quehacer nacional. Ya veremos. La estética ovnipérsica se moviliza de un lado a otro y por momentos da la sensación de estar frente a una mega producción de pintura, cine, video, poesía, cómix, desfiles al estilo De Loof, y otros entretenimientos. Versos trabalengüísticos y como los trabalenguas, asonantes y musicales a su vez, sonoros, quizás acá esté uno de los puntos de OVNIpersia, ningún artificio, ningún mecanismo más hermoso, bullicioso y vital que un trabalengua, pues en él, el lenguaje toma una forma vital, se mezcla, sólo tal vez el habla mestiza de una dominica puede acercársele, pero tampoco. No puedo olvidarme de este verso trabalengüístico: “El tren que atrae la lejanía de trazos trajo el trepidar de tormentas / y el trailer los trozos de témpanos triscados por el trekking de nuestras botas”.
Sin duda este libro desde su concepción argentina, tiene una proyección continental, y su lenguaje pinturero, a veces estridente, a veces asonante, pero siempre increíblemene caótico, como diría Sarduy, lo coloca en su concepción latinoamericanista. Como los buenos libros de poesía desbarranca a cada tanto, y acá cabría llamarlo barranco desopilante. Tal vez, ¿por qué no?, esta ostentación del lenguaje, este derroche de energías, este despepite de vivacidades estrafalarias, este culipandeo culinario, este trepidar en el trepar de titánicas tarántulas, ¿este cantar canchero en la cancha la marcha peronista?, esta explosión de colores, nos lleva a otro arte, quizás el arte más perfecto de este siglo: la televisión.
Perlongher le pifiaba fiero cuando aseguraba que el neobarroso de estas orillas nacía primero con El Fiord de Osvaldo Lamborghini (l973), y La Partera canta, (l985), de Arturo Carrera, dos libros clave, si se quiere, para la historia de la literatura argentina. Se equivocó la paloma. Yo, modesta, cucurtescamente, me atrevería a decir que el verdadero surgimiento y explosión, fulgor, o como quieran llamarle del neobarroso rioplatense nace y llega a su máximo desarrollo como manifestación artística y no solamente literaria en la comicidad. El neobarroso es mucho más que una manifestación poética y pienso que sería interesante buscar sus fuentes en otros menesteres del sentir; por ejemplo en los sketch humorísticos de Alberto Olmedo. ¡Sería muy disparatado pensar que ahí nace el neobarroso? El descubrimiento de este new stile viene por el lado de la comicidad, de la parodia, del humor ácido y político, la complicidad con el público al romper las escenografías truchas, la exaltación de la carencia, de lo truchamente vulgar, las interpretaciones de variado calibre que se desarrollaba en el alma de esos sketch de la década del 70 y el 80´. Ahí es donde este new stile, esta forma desenfadada del ser , explota para el mundo. El ser argentino en constante movimiento, como en el libro de ná Kar, no?
No obstante no creo que OVNIPERSIA sea un libro neobarroso, aunque tenga muchos condimentos que vienen de la televisión y la televisión le deba un montón a Olmedo. Lo que sí creo, es que este libro es el punto de estallido y de mayor tensión poética, de una nueva poesía argentina que se comenzó a escribir a partir de 1995, por poetas nacidos en la década del 70 ( y que no pertenecen para nada a la generación del 90*). Y esto sí es un invento argentino al que yo le llamaría curepírocó. Leámos estos versos de OVNI: “Y qué va del mí si en mí cualquiera habla/ en mi cualquiera ordena y sin mí el que canta ordena…/ y de saber que el baile nos tiene/ que un pequeño baile nos troca/ y que no es representatura ni poemadomancia o grito demédium/ que esto no es prueba/ que es veniencia a la recorredura que conviene y se afianza y no condena/ que es el hueso hueco-de- aire en el cuerpo y la doble tracción a trip de ala/ la pequeña hacienda a doble voz y triple trino de risa".
Sin duda que es una nueva forma de interpretar y escribir poesía, muy ligada a mucho de lo que hace Romina Freschi en Estremezcales, como Alga de G. Bejerman, algunos poemas de Lola Arias, y todo lo que pude leer de Manuel D´Onofrio. Todos estos poemas tienen un fuerte aire curepesco. Pero estaría bueno seguirlo con más tiempo y más ganas.
* Un par de veces me sorprendí cuando en varios ensayos de profesores y gente conocedora de poesía se mezclan las generaciones bajo el rótulo de poetas del 90. ¿Qué es lo que separa a una generación de otra? ¿Su temática, su fecha de nacimiento? Sí todo eso, y sobretodo su posición frente a la literatura, no creo que puedan ser de la misma generación un poeta como Daniel Durand y Martín Rodríguez, Juan Desiderio y Romina Freschi, sus diferencias saltan a la vista y sobretodo sus inquietudes, ya no se ve (como en la gran mayoría de los poetas que empezaron a escribir hacia fines de la década del 80 hasta mediados de los 90), una inquietud “sociológica”. Tanto Elliff, como muchos poetas nacidos en los 70, tienen otra interpretación muy distinta y yo diría que no son poetas del 90, sino del nuevo siglo.