19.10.10

¡Eu!

Revista VOX nº10, Abril de 2002.
Por WASHINGTON CUCURTO.

OVNIPERSIA, libro de ná Kar-Elliff-ce, se publicó este año. El delirio editorial lo llevó a cabo una pequeña editorial independiente de nombre casi impronunciable (Tsé-Tsé). OVNIPERSIA al igual que Mar Paraguayo, del paranaense Wilson Bueno, no es un libro de lecturas primarias sino de relecturas infinitas. Todo un mundo poético de desopilantes cauces lingüísticos se va desplegando a medida que la lectura avanza. Juegos de frases, despepites, atolondramientos memorables, mezclas, invenciones descaradas de palabras compuestas onda “aeronave”, “noctiarena”, “milhoja”. Un fuerte aire carnavalesco se siente en el lenguaje, una libertad sintáctica con pocos precedentes en la poesía argentina, más seguidillas de imágenes y exclamaciones de otro mundo o mejor dicho, del nuevo mundo ovnipérsico (¡Adveníme ahora, pluripersonal proteineuca!).
Acá antes de que me olvide, antes de ahogarme en mi propio atolondramiento, voy a decir lo que considero más importante con la aparición de este libro: la tremenda desfachatez humorística-tragicoparódica en el tratamiento del lenguaje. OVNI es un libro abierto, y nos trae un lenguaje en pleno movimiento, un barullo de fuga, un aletear de torcazas violadas en las islas del Tigre, y por lo tanto vitalidad. ná Kar escribió una poesía de absoluta libertad, donde todo está permitido, es un libro “olmediano” en varios aspectos. Más adelante explicaremos esto.
Al terminar la primera lectura del libro lo primero que pensamos es, ¡esto es rebarroco, ché! Pensamos en un tono experimental, pero ná Kar nos pinta la cara, pues enseguida aparece un sólido y casi consumado estilo poético, que echa por tierra nuestras prejuiciosas aspiraciones teóricas. No hay nada experimental en OVNI, sino todo lo contrario: se exhibe un nuevo lenguaje en ebullición, un mundo ovnipérsico.
Ahora bien, ¿dónde encasillar este libro, sería un neobarroco elefantiásico? Una escritura que viene a concluir, de alguna forma, lo que empezó Sarduy? ¿Será acaso un newbarranco llevado al colmo de sus posibilidades? ¿Bajo que rótulo lo encerraría Salamín de mi Selva y el Clan-Puán? ¿Y si lo metemos en la bolsa del Cerrismo, actualizado con pizcas de humor, doblemente ingenioso y paródico? ¿Tal vez el Perlongher de Aguas Aéreas? Y delirando un poco más, ¿no tendría OVNI su origen en los mosaicos fonéticos de Livro de ensaios-Galaxias de Haroldo de Campos, el Rey carioca de las aliteraciones y los rompimientos del significante etc, sino escuchen esto: “mesma e mesmirando ensimesma, enmimmermando filipendula de texto extetexto/ por isso escrevo rescrevo cravo no vazio os grifos desse texto os garfos/ as garras eda fabula so fica o finar da fabula o finir da fabula o/…”
No señores, todo encasillamiento es pobre para OVNIPERSIA, todo parentesco con la literatura nacional es ridículo, pero no así con otra ramas del quehacer nacional. Ya veremos. La estética ovnipérsica se moviliza de un lado a otro y por momentos da la sensación de estar frente a una mega producción de pintura, cine, video, poesía, cómix, desfiles al estilo De Loof, y otros entretenimientos. Versos trabalengüísticos y como los trabalenguas, asonantes y musicales a su vez, sonoros, quizás acá esté uno de los puntos de OVNIpersia, ningún artificio, ningún mecanismo más hermoso, bullicioso y vital que un trabalengua, pues en él, el lenguaje toma una forma vital, se mezcla, sólo tal vez el habla mestiza de una dominica puede acercársele, pero tampoco. No puedo olvidarme de este verso trabalengüístico: “El tren que atrae la lejanía de trazos trajo el trepidar de tormentas / y el trailer los trozos de témpanos triscados por el trekking de nuestras botas”.
Sin duda este libro desde su concepción argentina, tiene una proyección continental, y su lenguaje pinturero, a veces estridente, a veces asonante, pero siempre increíblemene caótico, como diría Sarduy, lo coloca en su concepción latinoamericanista. Como los buenos libros de poesía desbarranca a cada tanto, y acá cabría llamarlo barranco desopilante. Tal vez, ¿por qué no?, esta ostentación del lenguaje, este derroche de energías, este despepite de vivacidades estrafalarias, este culipandeo culinario, este trepidar en el trepar de titánicas tarántulas, ¿este cantar canchero en la cancha la marcha peronista?, esta explosión de colores, nos lleva a otro arte, quizás el arte más perfecto de este siglo: la televisión.
Perlongher le pifiaba fiero cuando aseguraba que el neobarroso de estas orillas nacía primero con El Fiord de Osvaldo Lamborghini (l973), y La Partera canta, (l985), de Arturo Carrera, dos libros clave, si se quiere, para la historia de la literatura argentina. Se equivocó la paloma. Yo, modesta, cucurtescamente, me atrevería a decir que el verdadero surgimiento y explosión, fulgor, o como quieran llamarle del neobarroso rioplatense nace y llega a su máximo desarrollo como manifestación artística y no solamente literaria en la comicidad. El neobarroso es mucho más que una manifestación poética y pienso que sería interesante buscar sus fuentes en otros menesteres del sentir; por ejemplo en los sketch humorísticos de Alberto Olmedo. ¡Sería muy disparatado pensar que ahí nace el neobarroso? El descubrimiento de este new stile viene por el lado de la comicidad, de la parodia, del humor ácido y político, la complicidad con el público al romper las escenografías truchas, la exaltación de la carencia, de lo truchamente vulgar, las interpretaciones de variado calibre que se desarrollaba en el alma de esos sketch de la década del 70 y el 80´. Ahí es donde este new stile, esta forma desenfadada del ser , explota para el mundo. El ser argentino en constante movimiento, como en el libro de ná Kar, no?
No obstante no creo que OVNIPERSIA sea un libro neobarroso, aunque tenga muchos condimentos que vienen de la televisión y la televisión le deba un montón a Olmedo. Lo que sí creo, es que este libro es el punto de estallido y de mayor tensión poética, de una nueva poesía argentina que se comenzó a escribir a partir de 1995, por poetas nacidos en la década del 70 ( y que no pertenecen para nada a la generación del 90*). Y esto sí es un invento argentino al que yo le llamaría curepírocó. Leámos estos versos de OVNI: “Y qué va del mí si en mí cualquiera habla/ en mi cualquiera ordena y sin mí el que canta ordena…/ y de saber que el baile nos tiene/ que un pequeño baile nos troca/ y que no es representatura ni poemadomancia o grito demédium/ que esto no es prueba/ que es veniencia a la recorredura que conviene y se afianza y no condena/ que es el hueso hueco-de- aire en el cuerpo y la doble tracción a trip de ala/ la pequeña hacienda a doble voz y triple trino de risa".
Sin duda que es una nueva forma de interpretar y escribir poesía, muy ligada a mucho de lo que hace Romina Freschi en Estremezcales, como Alga de G. Bejerman, algunos poemas de Lola Arias, y todo lo que pude leer de Manuel D´Onofrio. Todos estos poemas tienen un fuerte aire curepesco. Pero estaría bueno seguirlo con más tiempo y más ganas.
* Un par de veces me sorprendí cuando en varios ensayos de profesores y gente conocedora de poesía se mezclan las generaciones bajo el rótulo de poetas del 90. ¿Qué es lo que separa a una generación de otra? ¿Su temática, su fecha de nacimiento? Sí todo eso, y sobretodo su posición frente a la literatura, no creo que puedan ser de la misma generación un poeta como Daniel Durand y Martín Rodríguez, Juan Desiderio y Romina Freschi, sus diferencias saltan a la vista y sobretodo sus inquietudes, ya no se ve (como en la gran mayoría de los poetas que empezaron a escribir hacia fines de la década del 80 hasta mediados de los 90), una inquietud “sociológica”. Tanto Elliff, como muchos poetas nacidos en los 70, tienen otra interpretación muy distinta y yo diría que no son poetas del 90, sino del nuevo siglo.

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